domingo, 3 de febrero de 2013

¡Que nos mueve a seguir en la vida. Cuando he sido  he sido presa de mis trastornos emocionales. De los errores, por la insólita omisión de que todo tiene límites. De que la guerra tiene límites. Como alguna vez comentó un soldado de la guerra de Vietnam: "Hastiado estoy de una guerra sin sentido, sin más que matar, de no saber porque estoy aquí, lejos donde la vida y la tierra me dio la posibilidad de nacer". Se suicido posteriormente. 
He caminado por las calles presa del pánico, de la angustia, de mis errores, no de los de ahora, sino de una juventud con excesos.

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Cuando caminas por las calles después de un días lluvioso, el cielo nublado. Queriendo pedir paz, serenidad, porque tienes miedos, tienes arrepentimiento, tienes ilusiones fallidas, lejanas, te duele el dolor de la más profunda herida del hombre: su falta de amor al prójimo, a la naturaleza, a la paz interior. No me llena la ciencia, ni la tecnología,soy un ermitaño, ávido de encontrarme... a mi mismo. 

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