jueves, 21 de abril de 2011

La obsesiòn de una mujer


Hola, amor, dijo Juan al momento de ver a Alejandra. La forma “mecánica de penetrar, era a los ojos, que le decía todo a ese fetichista, el que por tanto tiempo busco la manera de comunicarse con su Reina, una reina real de carne y hueso, de piernas alargadas, silente, misteriosa de ojos verdes, de aceitunas griegas dadas por las diosas de la belleza , sacadas de la mente de Juan, quien momentos antes le había preparado un banquete de rosas para bañarla con agua tibia. De allí salir ya preparado con un juego de lencería. Alex caminaría por el pasillo, a un costado la cocina y las escaleras que desmedían para la salida de la casa. Una habitación preparada, antes de salir de la ducha, donde él, le lavaba los pies, con un cuidadoso sentido de reverencia de Diosa, .El poder de sus dedos era tan fuerte que la lengua de Juan cercaba cada espacio de los pies, los lamía con una loca pasión, mientras Alejandra le aprisionaba la boca en señal de placer, de ver como las gotas de agua bañaban el rostro de aquel hombre. que se desmedía hasta dejar de ser él y formar parte de su Diosa, una Diosa que comenzó a crear desde que los movimientos naturales de aquella mujer esbelta, delgada, que se abria de piernas y se cerraba, que hacía vibrar las emociones más profundas , en aquella sala, cuando cruzaba las piernas y descubría sus muslos alargados, mientras Alejandro la seguí discretamente con la mirada… que al final terminó por hacerlo un feliz esclavo de sus misterios femeninos.

Nota:

Si no estàs es porque no sabes que a ti te escribo, mujer de encantadora figura., quiero decirte que ayer te soñè, y sentí los labios tuyos en los mìos tus ojos verdes tan cerca que me envolviste...

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